A los pies de la sierra del Almuerzo, imponente, la iglesia de San Juan Bautista te recibe. Pueblo de prestamistas ganaderos, conserva el patrimonio de sus grandes, fuertes y señoriales casas. Escudos, fachadas de piedra, calles limpísimas, agua, vegetación y un patrimonio para descubrir paseando, son unas cuantas de las cosas que te ofrece Narros, así, sin pedir nada a cambio.
Una de sus peculiares casas es la Casa de la Media Naranja, señorial, cuidada, con espléndidos jardines, y cuentan los del pueblo que en su interior se conservan armaduras, lienzos, muebles…. que recuerdan el esplendor de una época. Justo enfrente la Casa de la Media Luna a la que la guerra de Independencia dejó a medio construir. Cuentan que se construyó para dar sombra a la casa de la Media Naranja, pero el azar, la casualidad y la guerra en una fórmula mágica, consiguieron que esta casa proyecte una sombra que recuerda a una media luna y de ahí su nombre y sobre todo su encanto.
Darse un paseo por Narros es descubrir un pueblo cuidado, limpio y que aporta tranquilidad.
La pared del frontón es muy rugosa, no está talochada. El grupo de chavales que hay por Narros tiene muchas edades, pero todos, todos estaban por allí preparados, brocha en mano, ilusión a tope y con ganas de contar al mundo entero lo bonito que es su pueblo y los grandes veranos que pasan.
Así quedó, así trabajaron, así decidieron ellos como era su mural. Gracias por ver la vida desde este lado.